Ayer fue uno de los días más tristes de mi vida, sin embargo fue también, el más mágico.
Como acostumbro, fuí a trabajar a XB. Aunque inconsolable y llorando el 90% del tiempo, no quería que mis propias tragedias se interpusieran entre mis responsabilidades y yo. Pero ¿Con que cara iba yo a recibir y atender a los clientes que llegáran? Ni idea. Sólo acertaba a estar presente, escondido de la gente y llorando, pero presente. Don Julio se me acercó y al ver mi estado, me dijo que no había ningún problema, que me fuera a sobrellevar mi pena a mi casa y que regresara cuando me sintiera mejor. Se lo agradecí en el alma! Si hay algun lugar donde uno no quiere que lo vean llorando es en el trabajo, y menos cuando en ese trabajo hay que estar recibiendo y atendiendo personalmente a los clientes.
Me fuí directamente con mi novia Charo, con quien he encontrado el más cálido refugio durante éstos infernales días. Amorosamente ella intentó distraerme poniendo una película, pero ni aún así lograba yo enfocarme en otra cosa que no fuera el estado de salud de mi amigo Eric.
Al dar las 6:30 de la tarde me empecé a alistar para, como todos los dias anteriores, ir a visitarlo al hospital. Después de asegurarle a mi novia que yo estaba bien y que no era necesario que me acompañara, me despedí de ella y emprendí el viaje hacia el hospital. Llegué a las 6:55 y después de pasar por el registro de rigor, entro a ver a mi hermano en coma. Como todas las veces anteriores lo tomo de la mano y rezo. Le digo que si me escucha que apriete mi mano. Nada. Se lo repito, pero ahora dándole un leve apretón en su mano para motivarlo. Aún nada. Su pecho se hincha cada vez que el respirador artificial lo obliga a inhalar. Parece vivo pero ¿Me escucha? Aún cuando yo ya me había despedido definitivamente de él, no dejo de albergar ese pequeñísimo hilo de esperanza que pronto, todo se resolverá favorablemente y que el buen Eric se recuperará al 100% para seguir dando lata, por lo tanto, y en voz alta, le pido por enésima vez que no se rinda, que le eche ganas, que siga luchando y que aquí lo estaremos esperando de regreso. Bien sé que eso es casi imposible.
Al salir de mi visita me encontré con su hermana Clarisse y con Malú, su compañera por veinte largos años. Nos saludamos, nos abrazamos y lloramos. Entró Clarisse a ver a Eric y mientras tanto yo me quedo platicando con Malú. ¿Cómo está todo? ¿Ha habido algún cambio? Malú me mira impávida. Repito la pregunta y finalmente atina a decirme que sí, que sí ha habido cambios. ¿¿¿Cuales??? Me informa que ésa misma mañana durante un chequeo de rutina, el doctor encontró que las pupilas de Eric no respondían a la luz. Según el doctor, eso significaba el comienzo de una muerte cerebral. Empiezo a sollozar incontrolablemente, aunque muy muy en el fondo deséo que suceda lo que sea mejor para Eric. Después de estar con él, sale su hermana y a continuación entra Malú. Clarisse y yo nos fundimos en un conmovedor abrazo y juntos sollozámos. Le expreso mi gran amor por Eric y mis esperanzas de que todo salga bien. ¿Que más podía yo decirle? Se adelanta a la sala de visitas mientras yo me quedo esperando a que salga Malú. Minutos después sale y vá a avisarle a Yves, hermano de Eric, para que él sea el siguiente en entrar a verlo. Al ver a Yves lo saludo por primera vez, pues a pesar de vivir en Cancún durante varios años, no nos conocíamos. Nos abrazamos, cruzamos algunas palabras y va rumbo al cuarto de terapia intensiva donde se encuentra Eric. Malú y yo mientras tanto, nos dirigimos juntos hacia la sala de espera para reunirnos con el resto de la familia. No logro comprender la rapidez con la que cambian las cosas. Personas alrededor del mundo, que dias antes gozaban de salud y felicidad, ahora luchan por su vida.
Minutos después sale Yves, se sienta con nosotros e inmediatamente me surge una inexplicable necesidad de volver a entrar con Eric. Siento pena de pedírselo a la familia pero me armo de valor y les expreso mi deséo. Siendo como son me dicen que no hay problema, que adelante. Entro de nuevo, me pongo mi bata de hospital, me desinfecto las manos y me pongo a un lado de mi buen amigo. Su aspecto ha cambiado en escasos 10 minutos. Su antes húmeda boca ahora se ve reseca, su ojo golpeado ahora aparenta estar entreabierto, su tez se ha tornado amarillenta. Lo tomo de su tibia mano, le pido que si me escucha que la apriete. Nada. Finalmente, con una de mis manos aferrando la suya y con la otra sobre mi corazón, decido que es tiempo de darle paz final a mi amigo de la mejor manera que sé, liberándolo, rezando y asegurándole que algún día nos reencontrarémos. Beso su mano y me pongo ahora al pié de su cama. Invoco a nuestro Señor pidiéndole que reciba a su hijo. "Ha sido un amante de tu naturaleza, Señor. Ha sido un amante de tus animales, Señor. Ha sido un excelente amigo y persona. Merece estar a tu lado! Por favor ábrele las puertas de tu reino y recíbelo en tu Gloria!" Me persigno, persigno a Eric, beso de nuevo su mano hinchada y agradezco al Señor por abrirle las puertas de su reino a mi amigo. Entre lágrimas me retiro.
Salgo hacia la sala de visitas donde no deséo platicar con nadie. Simplemente me despido amablemente de todos los ahí presentes y abandono el lugar. Al salir cáe una lluvia pertinaz. Mi mente confusa y atolondrada sólo atina a pensar que son lágrimas de felicidad que el cielo derrama por el nuevo hijo recibido. Me dejo mojar por la lluvia y llorando a cántaros agradezco nuevamente al señor por haber escuchado mis súplicas. Gracias Señor!!! Una bellísima luna llena color naranja se eleva en el horizonte. Que mejor noche para morir!!!
Subo a mi coche y sollozando, conduzco tranquilamente hacia el super para comprar algunas cosas que necesito. Dentro del súper trato de pasar desapercibido, pero mis lágrimas y mis enrojecidos ojos me delatan. Encuentro lo que necesitaba comprar y en camino a las cajas me detengo y redacto en mi celular una nota personal que textualmente dice:
"Hoy martes 17 de mayo a las 7 pm, y por segunda vez a las 7:25 vi a Eric desmejorado. Tez amarillenta, ojo der. a medio cerrar. Da impresión de muerto". Y justo mientras escribía ésto, suena mi teléfono para avisarme que mi Eric, mi hermano de aventuras, el entrañable amigo de mi hija y mío, ha dejado de existir. El pelo se me eriza y la piel se me pone chinita. Yo fuí la última persona que vió a Eric con vida. Fuí también el que minutos antes lo había liberado y había pedido a Dios recibirlo. Fui el que agradeció a Dios por escucharme, por empaparme con la lluvia y por poner esa luna llena maravillosa en esta noche tan triste y ahora, tan especial.
Uno podrá especular que fue una coincidencia ó cualquier otra razón. Pero yo prefiero pensar que fué gracias a esa repentina necesidad de entrar por segunda vez, a mis sinceras palabras y a mis fervientes rezos, que mi buen amigo Eric logró al fin, el descanso eterno. Fue sumamente gratificante y reconfortante para mí el haber obedecido a mis instintos al entrar a ver a Eric por segunda vez. Igualmente lo fue el saber que estuve con él hasta el final, que fuí el último en verlo con vida y en decirle adiós y que la noche en la cual le pedí a Dios recibirlo, Eric finalmente se fue. No soy una persona muy religiosa que digamos, pero no puedo más que estar eternamente agradecido.
Gracias Señor por tu infinita grandeza!
Gracias Eric por tu enorme amor y tu auténtica amistad!
Gracias cielo por tu lluvia!
Gracias luna por brillar!
Vaya noche para morir!!!
Descanse en paz Eric Bire Márquez
Hijo
Padre
Hermano y
Entrañable Amigo
Permanecerás por siempre en nuestra memoria, mi Eric
Sinceramente,
Ivana y Fabricio.
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