miércoles, 1 de junio de 2011

REVISITANDO CENOTE DE SIAN KA'AN

El domingo pasado aproveché uno de los pocos fines de semana que tengo libres para ir con mi hija a explorar dos que tres lugares fuera de Cancún.  A raíz de la muerte de mi buen amigo Eric, tenía muchísimas ganas de visitar un par de lugares donde solìamos compartir él y yo.  Ambos dentro de la Biósfera de Sian Ka' an.

Salimos alrededor de las 8:30 de la mañana rumbo a Tulúm, poblado por donde se puede ingresar a la Biósfera. Después de una hora y media de camino llegamos a Tulúm, lugar que me trajo muchísimos recuerdos y que ahora se sentía extrañamente vacío.

Dimos vuelta rumbo a Boca Paila y atravesamos todo el camino que corre paralelo al mar y donde hace muchos años renté una cabaña frente al mar. Es increíble la manera en que ha crecido todo ese rumbo! Lo que antes era vírgen y 100% selva, ahora está plagado de cabañitas, bungalows, tienditas, bares, restaurantes y decenas de lugares donde se puede practicar el wind surf, parapente y varias actividades más.  Maldito progreso!

Pasamos de largo las entradas a dos ó tres cenotes que visitaríamos en nuestro camino de regreso. Llegamos a la entrada de Sian Ka' an y proseguimos directo al puente de Punta Allen, lugar donde Eric y yo solìamos platicar, pescar, arreglar el mundo.  Despues de más de 45 minutos de avanzar por un camino de sascab lleno de hoyos, recordé que cuando iba con Eric no parecía tan lejano. Eso habla bien de que tan amenas eran nuestras pláticas, que aún las grandes distancias y llendo a vuelta de rueda, el tiempo parecía volar.  Después de verle la cara a Ivana, me dí cuenta de que se estaba aburriendo y que se estaba preocupando porque no llegábamos a ninguna parte. Selva a la derecha, selva a la izquierda y sólo un camino terregoso frente a nosotros. Definitivamente no era una actividad para pasar haciéndola todo un domingo.  Llegó el momento en que hasta yo estaba preocupado.  Cuando venía con Eric no parecía estar tan lejos.  Terminé diciéndole a Ivana que avanzaríamos sólo dos kilómetros más, y que si no llegábamos al puente para ese entonces, nos regresaríamos.  Afortunadamente antes de cumplirse el kilómetro y medio, lo divisamos. Ahí estaba. Ese lugar donde tanto compartimos Eric y yo. Nos bajámos, brotaron los recuerdos ante tan bello lugar.  Mientras estábamos ahí, tomé estas fotos.
Minutos después de recordar los momentos más preciados que pasé ahí con Eric, regresamos, pues nuestra meta era nadar en los cenotes, y con el calor que hacía pues se antojaba mucho más.  Aquí les dejo algunas fotos de nuestra visita. Desgraciadamente no conté con una camara sumergible que pudiera mostrar la belleza y tranquilidad que se vive allá abajo.  El poder nadar en el ambiente natural de varios Cíclidos

y Mollies, 

mismas especies de peces que a lo largo de muchos años he conservado en mis acuarios, fue super especial, y ésta vez, al haber compartido ese momento con mi hija Ivana lo transformó en algo realmente inolvidable!

1 comentario:

Anónimo dijo...

HERMOSO LUGAR TUVE OPORTUNIDAD DE VISITARLO Y TE PERMITE DISFRUTAR,LAS MARAVILLAS CON LAS QUE CONTAMOS... LAMENTO LA PERDIDA DE TU AMIGO ESTOY SEGURA QUE JUNTO CONTIGO REVIVIÓ CADA MOMENTO QUE COMPARTIERON JUNTOS SOLO SE TE ADELANTO ....LINDA HIJA TIENES FELICIDADES